Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan.  Hoy os presento un artículo que ha escrito una alumna mía, Dalia Garrido, y que creemos que puede interesaros. Ahora le ponemos nombre a todo. En esta ocasione nos referimos a lo que se ha dado en llamar FOMO. Es un término acuñado en 2004 por Patrick J. McGinnis  que corresponde a las siglas de Fear Of Missing Out, en castellano: miedo de perderse. Se refiere a la ansiedad que generan las situaciones en las que sientes que vas a perder la oportunidad de algo.  ¿Te lo vas a perder? ~ Sólo hasta fin de mes ~ «edición limitada»

Seguro que no sólo las has oído con frecuencia sino que además puedes añadir unas cuántas más a la colección sobre todo ahora que salimos de un Black Friday y ya estamos inmersos en la época de  la Navidad. Y es que muchas marcas han encontrado un filón de marketing en el FOMO, aprovechando ese miedo que nos genera y “obligándonos” a comprar antes de poder pararnos a reflexionar sobre si de verdad queremos o vamos a darle utilidad a ese artículo rebajado, rebajado al 40% sólo hasta el fin de semana. Lo que en apariencia son oportunidades únicas de las que te arrepentirás toda la vida si dejas escapar, en realidad no son otra cosa que estresores: estímulos que aumentan nuestros niveles de malestar al generar una sensación de urgencia innecesaria por unos artículos y ofertas que probablemente nunca hayas querido, ni mucho menos necesitado.

Probablemente ahora, cuando ya han pasado unos días tras el Black Friday, puedas ver lo estresante que ha sido esa semana, tanto por el bombardeo constante de publicidad como por la ansiedad de tener que elegir la mejor compra, el mejor artículo, lo que realmente necesitas, con la fecha límite que marca el calendario — Porque, ¿cómo vas a perderte la oportunidad de adquirirlo más barato, incluso si eso significa vivir completamente angustiado las semanas previas a la compra? —. Probablemente ahora, que ya no hay ninguna oferta irrepetible, te des cuenta de que tienes más calma, menos prisa, menos ansiedad y, en general, mayor bienestar. Aunque es inevitable encontrarnos con estas ofertas inmediatas en el día a día, es posible reducir el impacto psicológico que generan, comprometiéndonos a adquirir sólo los productos que sí queremos. Los que ya teníamos en la lista de la compra antes de conocer si estaban rebajados o no, o si venían con un regalo de edición limitada incorporado. Parece natural pensar que sólo podemos ser víctimas de estas estrategias cuando compramos de forma activa, pero en realidad están mucho más intrincadas en nuestra cultura de lo que puede parecer en un primer momento. No son sólo los anuncios de TV, los carteles en la calle o los pop-ups inevitables que surgen al navegar por la web, sino que las estrategias basadas en el FOMO se han adueñado de muchos otros aspectos de nuestra cultura.

Las industrias del ocio se han hecho un eco especialmente atronador del uso de este miedo para mantenernos enganchados. Cada vez hay más videojuegos que incorporan estas herramientas en su jugabilidad. Eventos de «Consigue tantos puntos antes de final de mes y desbloquearás esta skin exclusiva» o «Sólo tienes este fin de semana para completar esta aventura o desaparecerá para siempre». Lo que comenzó como una forma de evadirse y relajarse pronto se ha convertido en un elemento que genera estrés continuo, y que demanda atención cada pocas horas, incluso minutos, si no quieres perder parte de la experiencia que el juego te está ofreciendo.

A veces es importante pararnos, detener todo ese ruido, y pensar ¿de verdad merece la pena esa ansiedad y ese estrés? ¿Hasta cuándo? Para ayudaros a parar 20 segundos  antes de reflexionar un buen rato… ahí va mi abrazo de despedida para cada lector.

 

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA

Dalia Garrido Regalado
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Imágenes: Created by Freepik ~  Freepik

 

 

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